CAUSA Y EFECTO

La vida es la constante acumulación de conocimientos, es decir, el almacenamiento del resultado de las experiencias. La ley de causa y efecto está en constante actividad, y cosechamos lo que sembramos, no como una forma de castigo, sino como el efecto que sigue a la causa.

Es casi exactamente igual al ejemplo del niño y la estufa. Un niño que quiere tocar la estufa lo hará tan pronto tenga la oportunidad, desoyendo las órdenes de sus padres y a pesar de la amenaza de castigo. Pero, una vez que el niño experimente el dolor de la quemadura, y reconozca que hay una conexión inmediata entre una estufa caliente y un dedo quemado, se mantendrá lejos de la estufa.

Los amorosos padres que quieren proteger a su hijo del resultado de sus propias insensateces, la naturaleza infantil insistirá en que su hijo tiene que aprender ciertas cosas por experiencia, y los padres serán incapaces de impedirlo. De hecho, el niño que es vigilado y restringido demasiado estrechamente, usualmente “estalla” más tarde en la vida, y aprende algunas cosas por sí mismo. Todo lo que los padres pueden hacer es rodear al niño de la seguridad normal, y brindarle el beneficio de su sabiduría, una porción de la cual almacenará y luego confiar a la ley de la vida producir el resultado.

De esa manera el alma humana está aplicando constantemente el juicio de la experiencia a todas las fases de la vida, aprendiendo constantemente nuevas lecciones, y adquiriendo nueva sabiduría. Más tarde o más temprano descubre cuan nocivas son ciertas actitudes y descubre lo insensato de ciertas acciones y modos de vida, y como el niño quemado, en lo adelante evita esas cosas.